A LA MADRE DE LOS DOLORES
Con tersura,
con especial simpleza,
adornada y sombría,
llena de ternura;
Existes, en nuestro corazón,
para mirar la vida
con fe y esperanza.
Con la mirada más pequeña,
de aquel que sufre.,
y espera de tu bendición,
con la mirada más humilde,
de aquel que te acompaña
y te recuerda siempre.
Con los olivos y las guirnaldas,
con laureles y geranios,
con la llanura del tiempo,
te sobrecoges en tu pueblo;
dándole el coraje necesario
para seguir luchando,
como tú luchaste
en la Aurora de los tiempos:
Doncella de la eternidad.
Ya la soledad no nos asusta,
pues tú la empañas:
con tu música celeste,
con tu cántico de siempre;
ya la soledad no es nada más
que un presentimiento vano,
pues tu sollozo más humano,
estremece la misma tierra;
y nos das coraje,
y nos das valentía;
pues guardas en tu corazón,
todo el valor supremo
del mismo creador:
Doncella de la eternidad.
Dedicado al 50 Aniversario
de la Coronación de la Virgen
de Dolores como Reina y
Patrona de Cajamarca.
Los líricos cantos
se enmudecen ante tu presencia;
nuestras alabanzas y loas
se sienten pequeñas,
ante tu presencia celestial,
y suprema.
Doncella de la Eternidad...
Jorge Wálter Villanueva Cruzado.
Leonardo Herrera Vargas